Sócrates, el gran filósofo, estaba cansado de que le llegaran con tantos chismes.
Un día un joven discípulo llegó muy agitado a su casa:
– ¡Maestro! tengo que contarte algo que un amigo tuyo dijo de ti.
– Espera – lo interrumpió el filósofo- Eso que me vas a decir, ¿Ya lo pasaste lo por las tres barreras?
El discípulo lo miró perplejo:
– ¿Las tres barreras? ¿Las tres qué, maestro? preguntó
– Sí. La primera barrera es la VERDAD. ¿Has comprobado que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
–….no, maestro. Pero lo oí de alguien de fiar.
– Si no sabes si es verdadero, al menos lo habrás pasado por la segunda barrera, que es la BONDAD- dijo Sócrates- Lo que me quieres contar, ¿es bueno para mí? ¿Me va hacer sentir bien escucharlo?
Pasado unos segundos, el joven respondió:
– En realidad, no. Al contrario…
-¡Ah!– exclamó el sabio- entonces vamos a la última barrera, la NECESIDAD ¿Es necesario que me lo digas?
El discípulo bajó la vista:
– Para ser sincero, no. Necesario no es…pero es para que se proteja.
– Entonces – sonrió el sabio – si lo que quieres decir no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
Autor: desconocido
Los chismes poco o nada nos aportan. ¡Apártalos de tu vida!